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El Principio

Loli y tú

Loli y tú

Recordarás a Loli, tú le pusiste el nombre. Rubia desgreñada, algo desgarbada, simpática a rabiar, alegre y cariñosa.

Ella aparecía en tu puerta al rato de haber llegado, nadie sabía si conocía el coche o si algún olor especial la guiaba hacia ti... Ella aparecía y se volvía loca al escuchar tu forma de llamarla. Bajaba la cabeza y comenzaba a girar a tu alrededor hasta marearte. 

Siempre en tu puerta, acompañándote a cualquier sitio al que fueras, salvo que lo hicieras en coche. Desatendiendo sus cosas, os regalabais compañía mutua absolutamente desinteresada.

Me resulta difícil expresarme cuando son las emociones las que escriben.

Ella siguió apareciendo aunque tú ya no estuvieras entre nosotros. Todo seguía más o menos igual, salvo en la vida de alguno de tus allegados. No sabemos lo que se pasaría por la cabeza de aquella rubia desarrapada.

Uno de tantos días, tu mujer decidió ir al cementerio para dedicarte un rato más cercano, rezarte, recordarte, amarte... Salió de casa y ella estaba allí, pizpireta como siempre, con la distancia que la prudencia le había marcado. No le hizo caso, incluso intentó ahuyentarla, aunque Loli era tenaz. Vivir allí imprime carácter.

Hicieron el camino juntas hasta la puerta. Tu mujer vio mal que entrara en el cementerio e hizo un nuevo intento para ahuyentarla sin llegar a conseguirlo. Supongo que se acordó de vuestras correrías juntos y dejó que pasara.

Es cuando ella entró despacio, siguiéndola con mucha calma. Se miraron y de alguna forma que desconozco le llegó a Loli lo que Carmen había venido a hacer.

Loli se sentó sobre sus patas traseras y bajó la cabeza durante todo el tiempo que Carmen estuvo rezando ante tu tumba.

Casualmente la foto es de otra perra que se llama Lola muy parecida...

Hoy cumplirías 80 años. Felicidades, papá.

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