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El Principio

Ayer llegó una carta...

Ayer llegó una carta...

Sí. En tono de broma, llegó hasta el fondo y consiguió hacerme llorar, una vez más. Mi soledad cogió las riendas, se puso su medalla, se sintió reina y creyó atrincherarse más. Ella es la que manda últimamente. Le ha ganado la batalla, primero a la pena y después a la tristeza. No quiero transmitir lo que no es, tú lo sabes más que nadie.

E., la que nunca expresa, la que tiene prejuicios a la hora de verbalizar sus amistosos sentimientos, la que sabe que no me engaña, la que respeto aunque no creo. Se dejó ir... a su manera. Escondiendo entre bromas aquello que no se atreve a decirme; que allí están, que me esperan con los brazos abiertos, que me quiere y espera que su compañía me haya servido, al menos de entretenimiento. Touché.

Esta mañana había sobre el mar una gaviota que jugaba con el viento. No iba a ninguna parte, no buscaba nada, sólo se dejaba llevar. Al fondo, el sol bostezaba, encendiendo poco a poco sus luces y sacudiéndose el frío de la noche, Mientras, la gaviota provocadora, le sonreía. "Luego empezaré mi jornada. Ahora te desafío a tí, al viento, a la mañana y al mar. Este momento es mío..." Me he parado a contemplarlo, ya sabes que últimamente hago cosas extrañas. Y también sabes, perfectamente, de qué te estoy hablando. Me encantó que me despertaras.

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