El fin del día

Los sueños me trajeron lágrimas, de las que hacía tiempo que no me visitaban. Mi cerebro no evoluciona, sigue ahí latente, perseverante. Sus horas cada vez son menores... aunque se las sigue llevando, se las sigo regalando. Qué amargura sube por la garganta cuando no quieres y te despiertas así.

El día transcurre tranquilo, al sol y con el mar de testigo. Rodeada de niños, bendita inocencia. Con esa brisa que me descoloca aunque yo me empeñe en seguir. Me niego a pensar, cuando realmente parece tener vida propia. Viene cuando quiere y le tengo que echar, una y otra vez... constantemente.

La noche trae carcajadas, a mandíbula batiente y la lágrima besa a la sonrisa, a ver quien gana en la noche...