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El Principio

Cincuenta músicas de... ¿Quién?

Cincuenta músicas de... ¿Quién?

Bien, ya llevo libro y medio del famoso Grey.
Desde el primer momento, aparte de lo evidente, me dio por escuchar la música que va sugiriendo.
He encontrado auténticas joyas desde Chopin (una de mis debilidades), Damien Rice y Nitin Sawhney, Sinatra (¡Guauu!), hasta el -a ratos- abominable Thomas Tallis. ¿Azotes al ritmo de música sacra? Gustos, colores… que dicen.
El caso es que me he puesto a adecentar el piso mientras iba escuchando la banda sonora y la imaginación vuela, claro.
Parto de la base que el libro juega con el morbo de las mujeres, con la educación sexual que hemos recibido, con las sacrosantas comparaciones y con la autoestima de cada una de nosotras.
Y ahí andaba, limpiando al ritmo de Tallis y dándole una vuelta de tuerca al asunto.
¿Qué engancha de este libro? El sexo, sin duda. El libro en sí está bastante toscamente escrito, pero tiene el ingrediente principal.
Hace unos días hablaba con un amigo del libro. Tontamente le puse el ejemplo de las mujeres vs los hombres viendo una película porno. Dicen que nosotras nos quedamos hasta el final para ver si se casan y ellos con el polvo ya tienen suficiente.
Coñas aparte y en este caso, es lo que creo. Juega con los finales felices a los que las mujeres somos tan dadas y Grey no puede fallarnos, porque nos ha hecho soñar, porque hemos tomado ideas de sus encuentros, porque tiene esa parte oscura que pica nuestra curiosidad y hasta el lado maternal y porque en algún momento incluso hemos pensado si soportaríamos el dolor de Anastasia.
Ya he acabado con uno de los baños y decido cambiar a Nitin Sawhney. La primera vez que lo escucho, algo me repele y también me engancha. Es la voz del chico, me despista y no me permite seguir imaginando. Me acaba gustando cuando consigo dejar de escucharle.
Y comienzas a soñar con tu Grey, o lo más parecido que haya pasado por tu vida. Algún asalto viene a la memoria. Es imposible comparar. Grey no tiene paragón. 
Es jovencísimo, ya es hora de asumir que la juventud decidió hacer el petate hace unos años, tiene un vigor que no he vivido jamás. ¿Existe? Y para colmo, tiene éxito en la vida, es atractivísimo y dispone de una vida muy cómoda. ¡Ah! Olvidaba las sombras y la manera que tenemos las mujeres de empatizar con Anastasia y el odio que siente hacia la señora Robinson.
Creo que no necesita más ingredientes. Sexo, lujo, morbo y alguna complicación.
Sigo con la música y el otro baño, ¡quién te ha visto y quién te ve! En pijama, con la trenza más despeinada del mundo y pensando en un personaje de ficción.
Repaso generalizado a los amantes de mi vida, los que me han dado y lo que yo he ofrecido, todo lo vivido. ¡Que me quiten lo bailao! Y es cuando llega la absoluta certeza que ni yo tengo cuerpo, ni ánimo, ni fuerza física para un Grey. 
¡Caray! Mi primera hora limpiando en la que no he sido consciente de hacer lo que tanto detesto.
¡Gracias Grey! Te debo otra satisfacción.

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