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El Principio

Por pedir...

Por pedir...

Si pudiera pedir un deseo por cada diente de león que, al soplar, sale a conocer mundo, pediría el don del olvido. Ignorar y borrar pequeñas piedras del camino. Esas que me han herido y han hecho que vaya con más cuidado al caminar, las que me han obligado a aprender a pisar firmemente o a quedarme en la orilla.

No, no pediría tener ese don.

Pediría saber que me espera más allá de los años, de mil y una lunas caídas, de mil y un soles relucientes. Pero es un mito o una leyenda, no hay rey del tiempo y sé que el destino es un secreto que tampoco quisiera desvelar, por tanto, mejor no saber nada y dejarme sorprender a cada momento.

Entonces pediría… Conservar, mantener cercano a mí, todo lo que me hace sentir viva, todo lo que me emociona, todas aquellas sonrisas, todas aquellas personas, todos aquellos lugares que representaron algo en mi vida. Pero sé que como las semillas del diente de león, volando al paso del tiempo, no siempre pueden quedarse en el mismo lugar, porque el viento sigue un camino y ellas caminando en él.

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