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El Principio

De maldiciones varias...

De maldiciones varias...

Un libro por definición jamás debería de estar maldito, porque detrás de un libro siempre hay inquietudes, curiosidad, ganas de compartir y sobre todo mucho esfuerzo.

Si un libro está maldito es porque aquellos que así lo consideran, ven una clara amenaza en su contenido, y eso se traduce en el miedo que desde siempre ha caracterizado al ser humano a la hora de admitir una opinión contraria, a la hora de no ver una agresión en aquello que por distintos motivos es precisamente distinto a nosotros, a lo que pensamos y a lo que representamos.

Siempre he pensado que la religión, y me da igual cuál sea, se sustenta sobre un manto de miedo. Miedo a que si no me sigues a mí, irás al infierno. Miedo a que si no aceptas mi credo, no alcanzarás el paraíso, no serás inmortal. Porque las religiones son miedosas, porque son humanas y no divinas. Y el miedo de aquél que controla, de aquél que tiene el poder, sea en el ámbito que sea, es precisamente a perder ese status de poder y  de control. Por eso, si piensas lo contrario, serás un infiel, serás un paria, estarás maldito. Como los miles de libros, ediciones únicas que, por ejemplo, decoran los más de 800 kilómetros de estanterías que tiene el archivo vaticano.

Al fin y al cabo la información es poder, y si no puedo con mi enemigo, porque mi enemigo son ideas intangibles que recorren las páginas de los libros, me uno a él. O en todo caso, me apropio de él para que nadie caiga en la tentación de pensar.

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