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El Principio

Tiempo de distancia

Tiempo de distancia

El verano les dejó agua a la puerta de la telaraña, entre algunos de los agujeros de su casa de juegos. La araña, rolliza, corría como lo hacen los pájaros asustados hacia el cielo.

La tierra reseca y agrietada comenzaba a suspirar. Demasiado trabajo para tener en el patio de la casa el maíz crecido, tanto que llegó hasta el sol.

En el cenador trasero de color rojo y rosa geranio, sonreían a serpientes de fina piel, que se enroscaban sus amarillos y negros entre césped espeso de atropellado verdemar.

Mientras, sus padres desplegaban al aire sábanas de dulce aroma. Los niños vestidos de vaqueros y prácticas... La justicia de Kyme de hace 30 años... sólo.

Aún no había ninguna nueva guerra que echara a perder sus diversiones. Escapándose a romper las montañas. Acampando sus almas al lado de aquel río limpio, que fluye, que aún hoy les habla.

Sus sueños fueron recibidos en la mañana con el chisporroteo de una trucha en una hoguera.

Y al fondo su castillo, mudo testigo de sonrisas diluidas en tiempo de distancia.

Te me vas hermano, te me vas.

 

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