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El Principio

Tanta peonza suelta

Tanta peonza suelta

Rincón discreto, distraída entre las notas de mi recién estrenado "relaxing music for work", esperando. Y no he podido dejar de atender a la conversación entre dos personas. Demasiado cerca ellas y demasiado agudas sus palabras. En tono de "que se entere todo el mundo". Mis anfitriones de palabras ajenas se regocijan con un relato devastador del espíritu humano, habiendo perdido toda fe en los hombres, en la sociedad, en el momento... sin esperanza ni oportunidad... Sin futuro y casi sin presente. 

- Y es que hay gente mala.- insiste, de nuevo, uno de ellos. 
- Más mala que antes. Se ha perdido el Norte. Antes era otra cosa.
- Sí, y todo se reduce a un caos tremendo del que no podremos salir. Un dolor inmenso.

De repente, la pinza mental que se dispara y me dibuja la imagen veloz del giro de una peonza. ¿Alguna vez habéis hecho girar una peonza?. El impulso inicial la hace girar con fuerza derrumbando los obstáculos mientras se abre paso. Y, curiosamente, luego, ese mismo impulso potente la debilita. La peonza se tambalea y cuando rebota contra algo, se balancea borracha dando tumbos. Finalmente hace una espiral de salto mortal completo, se estrella y para. En seco. Después de su baile de pavoneo.

La peonza de la vida. De esta vida con excesiva prisa y caóticos atropellos, propios y ajenos. Esta vida que observa como las cosas, con el tiempo, van lentamente del orden al caos... ¿y del caos al orden?.

Vamos, que mirando alrededor he visto a cada persona de la sala como una peonza, girando fuera de control. Rebotando unos en otros.

Pero volvamos a ese "antes" de mis vecinos parlanchines. La palabra se me atraviesa y clava. ¿Antes?. ¿No existía el dolor y el pecado y los malos malísimos, antes?. Si nos permitimos viajar al "mucho antes" nos encontramos en el Edén y en eso de que el pecado causó el primer tambaleo de la peonza de la vida. Desde entonces el mundo ha venido gritando en busca de auxilio. Cada cual como ha entendido y algunos, los más, como hemos podido. Desde antes hasta ahora (y lo que vendrá) todo se marca por el ritmo frenético de la peonza danzarina.

Pero pienso. Sigo esperando y pienso. ¿Hay que desesperarse tanto?. Tal vez debamos tomarnos la vida como algo menos serio. El mundo no es mejor ni peor que antes. Simplemente gira como era de esperar. Y llega un punto en que cesa, se tambalea y cae. Es necesario que la peonza caiga y se venza. Para volver a danzar, para iniciar de nuevo su devaneo entre obstáculos que salvar o que demoler. Y no pasa nada. ¿Quién puede creer que antes todo estaba perfecto?. ¿Del orden de antes al caos del ya?. 
Pero si el caos nos hace grandes, nos acelera, nos para y nos recoloca. Como a la peonza. Como esas sábanas que después de piruetas nocturnas de desenfreno y malos malísimos se recogen, se lavan y se planchan para semejar otra vez perfectas. Hasta la próxima noche caótica.

Y no pasa nada. Ni antes, ni ahora... que la peonza incansable gira. Como era de esperar.

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