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El Principio

Te debo una

Te debo una

Recuerdos del Entierro de la Sardina. La comitiva bajando por la cuesta del barrio, con un pesar tan alegre. Correrías y sonrisas por una calle larga, mi calle. La mirada de mi madre desde la terraza, la seguridad del antiguo hogar. El sepelio bajo aquel árbol de la Casa de Campo. Evocaciones a marchas forzadas.

El sábado estrenaré disfraz. Reticente a bajar del escudo creado, aunque contenta por haberme dejado llevar. Buena gente me rodea. Bien por los buenos vicios. Tanto atípico ajetreo hace que piense menos en mi expulsión del paraíso. Vagar sola por este tiempo indeterminado no es el fin del mundo. Es una condena que sólo intenta hacerme mejorar. Ver mejor dónde estoy, qué terreno piso y qué compañías quiero para mi futuro próximo. Quiero inyecciones de voluntad, quiero ser más y mejor.

Paciencia, mucha paciencia. Si no tengo necesidades, no tendré tentaciones y viceversa. A veces, me gusta desconocer algo y así vivir en el sosiego de la ignorancia. Estoy más libre de mis dependencias y más dependiente de mi libertad. Rehuso lo prescindible para conseguir acercarme a la esencia.

Le debo una al día de ayer.

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