Un regalo
Tu vida descendía por un riachulo alegre y bullicioso
llevándote a un gran río manso, de aguas tranquilas.
Donde depositaste tus ilusiones.
Ilusiones que sin darte cuenta las arrastraba la corriente,
hasta que desembocaron abruptamente en el mar.
Mar, palabra que evoca inmensidades.
Inmensidad de agua que absorbe tu llanto.
Remolinos de soledad.
Inmenso es el mar de incertidumbres en el que vives,
mar de dudas y contradicciones.
El movimiento de vaivén que producen sus olas
te adormece, te sumerge en un largo letargo.
Abres tus ojos, deslumbrados por el sol,
atisbas un lejano horizonte.
El sonido de las olas rompiendo salvajes en las rocas
despiertan tu ira, tu coraje, tu consciencia,
descargando tu pesado equipaje en ellas,
se inicia tu batalla contra el mar.
Tu inercia te lleva desesperadamente a buscar una playa
donde encontrar tu paz interior.
Un lugar para anidar de nuevo tus ilusiones
quizás se cruce una barca, en tu nado, hacia la orilla.
La arena se desliza suavemente por tus pies,
el leve susurro de las olas llega a tus oídos,
lo escuchas ahora serenamente.
Tus ojos se posan en la fina raya del horizonte.
Tus labios sonríen, miran tus manos.
Por fin las riendas de tu vida están en ellas.
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