El rey ha muerto

Cuando yo solía gobernar el mundo, los mares se alzaban si lo ordenaba.
Ahora, en la mañana, barro sola las calles que solía poseer.
Yo tiraba el dado y sentía el miedo en los ojos de mis enemigos.
Escuchaba como la gente gritaba:
¡El rey ha muerto, viva el rey! Pensaba que no iba conmigo.
En un minuto yo tenía la llave, al siguiente las paredes se cerraban en mí.
Y descubrí que mis castillos estaban construidos sobre pilares de sal y arena.
Escucho campanas sonando y los coros de pequeños calvarios siguen cantando.
Son mi espejo, mi espada y mi escudo. Mis aliados en un campo extranjero.
Por alguna razón que no puedo explicar, por una vez, sabes que nunca hubo una palabra honesta.
Así era cuando yo gobernaba el mundo.
Fue el viento loco y salvaje que tiró las puertas para dejarme entrar.
El sonido de tambores remotos entrando por las ventanas rotas.
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