Maleta de Navidad
Está haciendo la maleta. Poca ropa es necesaria para una semana. Se decide por la más cómoda, como mucho unos tacones para la cena del 24 y el maquillaje para intentar disimular esas ojeras que hacen juego al color de sus ojos.
Se detiene un momento y se sienta en la cama, al lado de la maleta. Recuerda pasadas noches de sonrisas y afecto en el aire. Vuelan sus recuerdos por todos aquellos años de tranquilidad en torno a un plato de sopa y una sidra.
Vuelve a ver aquellos ojos que la seguían por todo el piso, tan parecidos a los suyos y con el orgullo dibujado en ellos. Buscando robar un minuto para mirarla y saber si todo iba bien. Un caricia en la cara y no hacía falta nada más.
Ahora todo ha cambiado y la maleta sigue esperando. Entre los pantalones y el abrigo, decide poner sonrisas, cariño y tranquilidad, serán un buen regalo para su madre. Ella revive los mismos recuerdos multiplicados por 40 años y diseminados entre sus dos pilares.
Cierra la maleta y coge ese avión. Ya se acerca esa temida noche.
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