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El Principio

Cada mañana

Cada mañana

Cada mañana la tos nerviosa vuelve. Nos encontramos el tiempo justo para que te traicione y vuelva a tu garganta. La conversación se silencia, es temprano. ¿Cuántos segundos son? 10, 12. Tres pisos y dejarás de mirar hacia el techo, acabará la tos compulsiva, evitarás pensar qué corta conversación reproducir. Al fin abajo, cada uno hacia su lado. Tú a la derecha hacia tu moto. Yo a la izquierda y hacia mi coche. Te abro la puerta del garaje y sales. Durante días ibas de frente y descubrías en el semáforo que te había adelantado por el otro lado. Hoy he visto que hacemos el mismo camino.

Cada mañana te veo apostado en el balcón de la orilla y mirando cómo amanece. El tráfico es denso y puedo detenerme a contemplar tu ritual. Cierras los ojos, extiendes los brazos, la cabeza hacia atrás y respiras el sol asoma. Me despisto del coche, del tráfico, de mi vida y me introduzco en tu mente y, sin permiso, repaso tus recuerdos mientras tu nuca toca tu espalda.

Cada mañana tu pedaleo es constante. Entre coches tu sonrisa no se apaga. Algunas veces el manillar se va hacia alguno de los lados y asustas a los que intentamos esquivarte. Valiente en tu empeño de seguir adelante con el sueño de la mejora. Hace tiempo que sorteaste tu suerte al mejor postor. Por ahora, sigues sonriendo al asfalto, a tu bici y al futuro menos incierto que se presenta ante ti.

Cada mañana cuando llego, ya estás en tu puesto de trabajo. De un semáforo a otro paseas durante cinco horas, incansable. Con los pañuelos en una mano, el diario en la otra y una palabra amable dispuesta. Me guiñas un ojo, miras si voy fumando y me pides un cigarrillo mientras me ofreces pañuelos. Esos ojos nunca deberían tener delante un cristal manchado, me dices. Descansa un rato y fúmate el cigarrillo después del desayuno, te digo.  Podría ser tu padre pero te invito, me dices. Sonrío y pongo primera. El semáforo cambia rápido.

Cada mañana aparco y le sonrío al ceremonial diario. Una hora más robada a la vida, una hora sin pensamientos propios, constantes y solitarios de mis cuatro paredes.

Mañana os espero para seguir pintando sueños a mano.

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