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El Principio

Despertar a la realidad

Despertar a la realidad

Recibo un sobre con una tarjeta. Lleva una dirección impresa, sin anagramas. Y una nota: "Canjear por otra"... Asientes.

Reconozco la plaza, está en el centro. No quiero mirar qué hay allí, me dejo llevar, tal y como me has pedido. Junto a la impaciencia me preparo y pienso... Qué buscas? Qué pretendes? No sigo, me atrevo a soñar.

Había decidido pasear hasta llegar al lugar e impregnarme de todo lo que vea por el camino, todo aquello que la ciudad decida regalarme. Camino por calles y plazas, en todas ellas me dejo un recuerdo y recojo un suspiro. Voy despacio, paladeando el frío... Asientes de nuevo.

El número de la plaza es éste y no me lo acabo de creer. Qué has preparado? Qué esperas? Con cara de póker, dejo la llave en el mostrador junto a la tarjeta. Recibo un guiño, una rosa blanca y un sobre con otra llave.

Nervios y sonrisas cómplices. Subo y estoy inquieta. Qué hago aquí? Qué espero? Lo sabes y lo sé... Asientes una vez más.

El resto lo hemos vivido juntos, hasta ser uno. Eso no nos lo quitará nadie. Tus cientos de sonrisas, mis carcajadas, tus lágrimas, mis confidencias, tu abrazo, mi mano, tu cuerpo, mi alma, tu inteligencia, mi sinceridad... Asientes y corriges alguna palabra.

He disfrutado escribiendo mientras lees. Gracias por saber regalarnos éste día que no olvidaré. Eres un puntal aunque la línea no se debe rebasar. Recuerda tu propia frase: "Somos tan parecidos y a la vez tan incompatibles..."

Ahora sólo queda despertar a la realidad.

1 comentario

L. -

El día que pasamos fue un regalo a tu nueva realidad.