Blogia
El Principio

Mi sole

Mi sole

Al levantarme he tenido una sensación de mordisco. Hoy la soledad hará de las suyas. Es entonces cuando me sale la vena combativa. No querida, hoy no toca.

¿Y qué mejor día que el de hoy para ir a comprar esas velas que necesito? Venga que sí, niña, que así ves gente y te distraes. Y decido irme al Ikea. Desde mi recién estrenada soltería, no he ido nunca sola. Pero lo hago inteligentemente, o eso es lo que yo creo. Me iré a la hora de comer, que no hay nadie y no será tanto shock.

Y allá que voy, consigo encontrar la entrada del parking y me veo bajando a los infiernos. Una vuelta por una planta, ¡pues va a ser que no hay un hueco! Vamos para abajo. ¡Coño! Este tío no me deja pasar por aquí, tira más hacia abajo. Una vuelta, otra vuelta más... un niño que se cruza. ¿Pero no decían que al mediodía no hay nadie en Ikea? Creo que he picado y me he tragado el anzuelo enterito.

Encuentro un hueco, allá donde Jesucristo perdió las alpargatas. Y subo. Ármate de valor, que esto es la guerra. ¡Más madera!

Un pasillo, gente, otro pasillo, mira qué monas las estanterías. Tuerzo a la izquierda y me corta el paso toda una familia con suegros incluídos. Voy a acortar por aquí que no hay nadie… Y me meto de lleno en el restaurante, la 2ª guerra mundial. Un niño tira su plato de espagueti, por los pelos no me alcanza. Esquivo un tapón de gente en la zona derecha del pasillo. Una niña se tira al suelo porque no quiere comer más y la obligan. ¡Socorro! ¿Por qué gritan tanto si están comiendo?

Consigo encontrar la salida. Y a todo esto, ¿dónde están las velas? ¡Ah! Mira, unas escaleras… Cojines, niños descalzos y padres histéricos. Lámparas, ¡qué baratas!, tira nena que no tienes un pavo. Y llego a la zona del almacén… ¿Y mis velas? ¿Tengo que volver atrás? Me atropella un mega carro. ¡Disculpa! Y lo que recibe es una sonriente mirada asesina.
Miraaaa, las velas allí, sí, junto a las plantas. ¿?

¡Por fin! ya lo tengo. Voy a pagar… 20 céntimos de bolsa, un empujón por parte de otro carro y un niño gritando que quiere su muñeco.

Salgo… ¿Por dónde? ¿En qué piso aparqué? Sólo recuerdo una H. Voy al primer piso, no, no, aquí no puede ser. No hay casi coches. Bajo otro piso… ¿Menos coches? Voy dándole al mando del mío a ver si veo las luces. No. Me he equivocado de piso. A ver si va a ser en el tercero… Llego a la H, sí, aquí está. Arranco e intento sortear una señal que hay en medio de mi carril, giro a la izquierda, va a ser que no, al fondo se ve luz, tiro para allá. ¡¡¡Coño, que me he perdido en el parking de Ikea!!!

Llego a la calle y busco la salida de este espantoso lugar, una vuelta al edificio y todo de frente. Pues no, giro, giro y vuelvo a girar. ¡Andaaa! si en el suelo pone B-20. Venga niña, déjate de historias y tira para casa a darle los bocados tú a la sole, al fin y al cabo sólo sois dos.

0 comentarios