Blogia
El Principio

El fulgor de la vida

El fulgor de la vida

Todos los días atravieso una zona espectacular. Montañas moteadas de casas con un frondoso verde de fondo. De tanto pasar por allí, hay días en que ni me fijo, he intento aminorar para no olvidar que soy una privilegiada por poder ver ese paisaje a diario.

Llevo mi coche y equiparo el hecho de conducir con el fulgor de la vida. Hay mañanas que conduzco de modo nervioso, con mala leche, prisa y sin motivo alguno. El tráfico hará que la agresividad se acentúe o se disipe. Y no veo el paisaje que sólo hoy lucirá para mi. Mañana habrá cambiado; algunas hojas ya no estarán, el verde de los árboles será más opaco y alguno podría haber caído.

La vida es parecida a mi forma de conducir. Hay días que me despierto con una sensación que ni yo entiendo. El objetivo es pasar rápido y escapar hacia delante. Sin mirar alrededor, sin vivir todo lo que me envuelve, sin exprimir lo bueno e incluso lo malo. Hoy no quiero, mañana habrá cosas, personas, ideas y sentimientos que me esperen... Y este día ya no volverá, no podré recuperarlo. Solución, he perdido el hoy pensando en el mañana.

En cambio, hay mañanas que conduzco con una sonrisa dibujada en mi cara. Disfrutando de los ocres que me regala el sol, del humo de una chimenea en el camino, de ese niño que va por la riera con su pequeña bicicleta, del coche que va delante deleitándose con el paisaje... a 80. Y me siento tranquila, en tránsito. LLego a un punto alto en el que me encuentro con el mar, completando todo mi campo de visión y siento que la vida no es tan difícil, que por ese instante ha merecido la pena levantarse. Esos segundos tampoco volverán y nadie se los podrá llevar nunca.

Hoy me toca hacer algo que me repugna y que nunca he hecho. Una nueva prueba, un nuevo desafío, un pulso a mi paciencia y a mi mano izquierda.

0 comentarios